En este sentido, el virus del
Zika, que se transmite principalmente por la picadura del mosquito Aedes aegypti, constituye una de
estas amenazas.
A pesar de que el Zika ya no se
considera una emergencia de salud pública de interés internacional, sigue representando
una crisis de salud pública que afecta con mayor dureza a las comunidades más pobres y vulnerables.
El presente informe, Evaluación
del impacto socioeconómico del virus del Zika en América Latina y el Caribe, es un análisis actualizado
de las implicaciones sociales y económicas del virus del Zika.
Dentro de la incertidumbre
considerable que rodea a la epidemiología actual y proyectada de la enfermedad, en este informe se
utilizan tres escenarios para determinar el impacto potencial del virus en la región en función de
diversos índices de transmisión.
Los tres escenarios son:
1) escenario de Zika basal (tasa
de infección actual);
2) escenario de Zika medio (20%
de la población infectada); y
3) escenario de Zika alto (73% de
la población infectada).
El escenario de Zika alto, que
refleja una perspectiva aparentemente radical, es aplicable sobre todo a los países del Caribe por
su pequeño tamaño, aislamiento y terreno relativamente llano (lo cual facilita una propagación más
rápida y extensa).
Se trata de condiciones similares
a las de la Polinesia Francesa, donde la prevalencia del Zika alcanzó el 73%.
Salvo que se especifique lo
contrario, los cálculos presentados en este resumen ejecutivo proceden del escenario de Zika
medio, que establece una proyección de 60 millones de individuos infectados entre 2015 y 2017.
En primer lugar, la actual
epidemia por el virus del Zika tendrá repercusiones a largo plazo con costos directos e indirectos
para los países afectados.
A corto plazo, el costo de
la actual epidemia se estima entre 7.000 y 18.000 millones de dólares en tres años (en los tres
escenarios), o bien en un costo medio aproximado de 1.000 millones
de dólares por cada incremento del
5% en la tasa de infección.
El mayor costo a largo plazo son
los gastos directos e indirectos asociados a la microcefalia y al síndrome de Guillain-Barré.
El
cálculo del costo total en la región durante la vida de los pacientes se aproxima a los 8.000 millones
de dólares para los casos de microcefalia y a los 3.000 millones para los casos de síndrome de
Guillain-Barré.
De estos costos totales, la parte
más sustancial la representa la pérdida de ingresos de las personas con microcefalia, que
quizá no puedan incorporarse al mercado laboral.
En segundo lugar, la epidemia
del Zika plantea un verdadero reto de equidad.
Su impacto es desproporcional en los
países más pobres de la región, así como en los grupos más desfavorecidos y vulnerables,
sobre todo en las mujeres pobres de comunidades periurbanas.
Si bien se prevé que las
economías más grandes como, por ejemplo, Brasil asumirán la mayor parte del costo absoluto, las
mayores repercusiones se percibirán en los países más pobres, que pueden perder cada año más del 1 %
del PIB (en el escenario de Zika alto).
La rápida urbanización de la
región, acompañada de malas condiciones sanitarias y de infraestructuras deficientes en
algunas zonas, ofrecen condiciones favorables para que el mosquito Aedes aegypti se
multiplique y que, por lo tanto, aumente el riesgo de transmisión del virus del Zika.
La evaluación
destaca que, al día de hoy, las comunidades y los hogares más pobres ya sufren de un acceso desigual a
los servicios de salud, al agua potable y a unas buenas condiciones sanitarias y, además,
su participación en el mercado laboral es inferior.
Por todo ello, son más vulnerables a
los impactos del Zika. Sin lugar a dudas, esta enfermedad influye de forma negativa sobre el
progreso en el cumplimiento de algunos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), entre los que
se encuentran el ODS 1 sobre la pobreza; el ODS 3 sobre la salud y el bienestar, y el ODS 5 sobre la
igualdad de género y el empoderamiento de la mujer.
En tercer lugar, es preciso
reforzar la preparación de las diferentes áreas regionales y nacionales y sus estrategias de
respuesta, que deben involucrar a las comunidades.
La evaluación presenta los
esfuerzos coordinados de los tres países objeto de estudio en el control de la propagación del Zika.
No
obstante, la persistente disparidad social y la desigual cobertura de servicios de salud han dificultado
que las respuestas nacionales lleguen a los grupos más vulnerables. A todo ello se le
suma la escala y la incertidumbre e imprevisibilidad inherentes a la
epidemia del Zika.
Las respuestas
nacionales han tenido que hacer frente a diversos desafíos, incluida la modesta capacidad de los
sistemas de vigilancia y diagnóstico, la atención limitada a los
esfuerzos de prevención y las
dificultades en la asignación y coordinación de los recursos.
Además, las respuestas nacionales no han
sido uniformes en la región, tal y como demuestran los resultados variables y los
distintos retos experimentados en los países objeto de estudio.
Se proponen seis
recomendaciones:
En primer lugar, dado que es
probable que el Zika se torne endémico, deben establecerse planes presupuestarios adecuados.
En vista del costo previsto, los
países de América Latina y el Caribe deben definir planes de
contingencia en el presupuesto
que permitan respuestas amplias y contundentes.
Estos planes deben considerar el papel
que desempeñarán los gobiernos nacionales, los donantes internacionales, los mecanismos
regionales y los bancos multilaterales como, por ejemplo, el Banco Interamericano
de Desarrollo.
En segundo lugar, deben
integrarse los esfuerzos dirigidos a los diversos virus transmitidos por mosquito y adaptar cada
enfoque en función de los efectos específicos de cada enfermedad.
El dengue, el chikungunya, la fiebre amarilla y el Zika son
transmitidos por la misma especie de mosquito.
Dado el enorme costo combinado de estas enfermedades, sería
rentable para los gobiernos invertir en estrategias a largo plazo que combatan el mosquito en lugar
de los virus que propaga.
En la actualidad, se están realizando diferentes actividades en la
región para integrar la detección, la prevención y la vigilancia de varios virus transmitidos por
mosquitos y los distintos gobiernos deberían aplicar un enfoque integral similar a sus estrategias
nacionales.
En tercer lugar, la equidad
debe ser primordial en todas las estrategias del Zika y se deben proporcionar mecanismos de
protección social adecuados para todas las personas afectadas.
Se calcula que los costos indirectos serán sustanciales.
Por ejemplo, los
ingresos perdidos debido a las nuevas obligaciones de cuidado de la población infantil representan
pérdidas potenciales que oscilan entre 500 y 5.000 millones de dólares para la región en el
escenario de Zika alto.
En Brasil, el programa de protección social Bolsa Familia proporciona
un subsidio adicional a las familias con niños que sufren microcefalia. Sin embargo, según la
evaluación, los costos indirectos de la microcefalia en Brasil serán seis veces más de lo provisto por los
subsidios del gobierno.
Por consiguiente, los sistemas de protección social deben ofrecer subsidios
económicos
proporcionales a los costos reales del cuidado de los niños, así como
medios de subsistencia a las madres en riesgo de abandonar el mercado laboral de forma permanente.
En cuarto lugar, es necesario
promover políticas públicas que favorezcan la igualdad de género y promuevan la salud y los
derechos sexuales y reproductivos de las comunidades afectadas.
La incorporación de los derechos humanos de las mujeres y niñas,
incluidos sus derechos sexuales y reproductivos, es esencial para que cualquier respuesta frente
al Zika sea efectiva.
Asimismo, todas las mujeres potencialmente afectadas deben tener
acceso a información clara y actualizada sobre el Zika y a servicios de planificación familiar
y diagnóstico prenatal.
En quinto lugar, debe
desarrollarse un enfoque multisectorial de las enfermedades transmitidas por mosquitos a nivel nacional
y regional.
Los factores que provocan la vulnerabilidad a las enfermedades
transmitidas por mosquitos son normalmente cuestiones que van más allá del ámbito de la salud (p.
ej. la vivienda, la desigualdad de género, la planificación y recursos urbanos, o el nivel socioeconómico).
Estos son algunos de los factores que influyen sobre la vulnerabilidad a
la infección. Por ejemplo, un enfoque multisectorial para la gestión integrada del vector requeriría
la intensificación de acciones nacionales con alianzas que avancen hacia un objetivo común y
utilicen estrategias, recursos y procedimientos consensuados.
Finalmente, es necesario
involucrar a las comunidades en la lucha contra el Zika.
Las comunidades pueden estar implicadas en diversos aspectos de la
prevención, desde la difusión de mensajes de salud pública hasta el monitoreo y los esfuerzos de
control del vector a nivel comunitario.
Las comunidades deberían estar involucradas en la respuesta y el apoyo a
las familias afectadas.
El éxito requiere un cambio de actitud, la participación activa de la
comunidad y la implicación de todas las partes, incluidas las organizaciones de mujeres y religiosas.
Fuente: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Federación Internacional de
Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR).