En la naturaleza, todo insecto o animal se reproduce en base al alimento que puede proporcionar a sus crías. Si tiene al alcance mucho alimento tendrá muchas crías. Si hay poco alimento disponible tendrá pocas crías.
Biológicamente una pareja de ratas puede tener una
descendencia promedio de 8 crías cada 3 meses, las cuales tendrán sus propias
crías en otros 3 meses.
Haciendo un ejercicio matemático con estos datos y
suponiendo que la mitad de la población son hembras, podemos calcular que una
pareja de ratas tendrá 8 crías a los 3 meses dando una población de 10 ratas. A
los 6 meses las 5 hembras tendrán 40 crías dando una población de 50. A los 9
meses las 25 hembras tendrán 200 crías dando una población de 250. A los 12
meses las 125 hembra tendrán 1000 crías dando una población de 1250 ratas en un
año.
Espero que no se haya desmayado.
Esto solo puede ocurrir si, tienen cantidades de comida
interminables, no padecen ninguna enfermedad, excelentes refugios para anidar,
falta de depredadores naturales y ningún tipo de control.
Por otro lado, esa tasa de reproducción, la adaptación a
sobrevivir con escasos recursos y en ambientes desfavorables y su inteligencia
siguen siendo un desafío constante, para los servicios de control de plagas,
los científicos, las organizaciones sanitarias y los ciudadanos, para lograr
eliminar a las ratas y las enfermedades que transmiten.
A continuación, una síntesis de lo que se está haciendo en
algunas ciudades del mundo:
Nueva York:
Investigadores de la Universidad de Fordham han descubierto
que la población de ratas de Nueva York está más estrechamente relacionada con
las ratas de Europa Occidental, particularmente de Gran Bretaña y Francia, y no
muestra características procedentes de otras zonas geográficas.
Las ratas llegaron por primera vez a Nueva York entre 1750 y
1780, cuando la ciudad todavía era parte de la colonia británica, y la
población fue creada por ratas que cruzaban los continentes en barcos. Las
ratas del este de Norteamérica, de Sudamérica, África y Australia tienen
características genómicas similares a aquellas de Europa Occidental, probablemente
debido al colonialismo europeo entre el siglo XVII y el XX.
Desesperada por ver resultados de su guerra contra las
ratas, Nueva York hizo público un plan de 32 millones de dólares para disminuir
la población de roedores con papeleras a prueba de roedores y reglas más
severas en cuanto a disposición de desechos.
Se elevarán las multas para negocios privados que coloquen
basura en las calles de forma ilegal de 1.500 a 5.000 dólares, y las faltas
reiteradas se multarán con 20.000 dólares.
Las nuevas medidas se implementarán en Chinatown y en otros
sitios en el centro de Manhattan, además de varios lugares de Brooklyn. Si este
plan es exitoso, será extendido a otras áreas de la ciudad.
Se estima que existen alrededor de 2 millones de ratas en
Nueva York.
Entre las estrategias figuran la instalación en estas zonas
de 336 contenedores de basura a prueba de ratas por su cierre hermético y que
compactan los desperdicios mediante energía solar. Su coste es de 7.000 dólares
la pieza.
El Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York anunció
que probará un nuevo producto en cebo líquido para esterilizar a las ratas, ya
que su accionar bloquea la ovulación de las hembras con el propósito de
terminar con estos roedores que infestan la ciudad.
Este producto líquido deja a las ratas estériles y no supone
ningún peligro para el medio ambiente, según la empresa SenesTech, de Arizona,
que lo fabrica.
Exterminadores del Departamento de Salud de la Ciudad
(DOHMH) comenzaron a llenar las madrigueras subterráneas de los roedores con
pedazos de hielo seco con el fin de sofocarlos con el dióxido de carbono (CO2)
que desprende ese tipo de hielo.
La nueva técnica consiste en colocar trozos el hielo seco
dentro de los huecos y túneles que excavan las ratas en los parques de la
ciudad y cubrirlos con tierra, con el fin que los gases que desprende el CO2
las prive de aire y las asfixie.
Aseguraron que el CO2 es seguro y no tóxico y que el mismo
ha sido aprobado por la Agencia de Protección Ambiental (EPA) para su uso como
pesticida.
Cuando se comenzó a utilizar hielo seco en Columbus Park
había 60 madrigueras de ratas activas. Al final de la prueba solo quedaron dos
madrigueras.
En Tompkins Square Park se pasó de 368 madrigueras activas
en a 20 en el mismo lugar.
En Seward Park hubo una reducción de 13 madrigueras a dos.
En Jay Wright Hood Park (Washington Heights), había 20
madrigueras cuando comenzó el programa y al final sólo quedaba una.
Además de los parques ya mencionados, la agencia también ha
utilizado hielo seco en las siguientes ubicaciones: Flushing Meadows Corona
Park, Queens; Winfield Memorial/Winfield Plaza, Queens; Anthony J Venditti
Square, Queens; Benjamin Gladstone, Bronx; Sara D. Roosevelt (Lower East Side).
El DOHMH aclaró, sin embargo, que el hielo seco sólo es
efectivo en madrigueras y colonias de ratas dentro de la tierra y espacios
verdes y no se puede usar en áreas como madrigueras hechas en concreto y alcantarillas.
París:
El problema de las ratas en París no es nuevo.
Le Parisien
evocaba la portada de su diario el 8 de febrero de 1968, en la que, en un gran
titular, advertía que “200.000 ratas amenazan con invadir París”.
En el centro
de la ciudad se cuenta una media de 1,75 ratas por habitante, dijo el experto
Pierre Falgayrac al diario Le Figaro el mes pasado.
Sumando, significa una
población de al menos 3,8 millones de roedores en París, en su gran mayoría,
hasta el 80%, alojadas en las alcantarillas.
La cifra, reconoce el Ayuntamiento ahora, ha aumentado en
los últimos meses.
Uno de los motivos, según las autoridades municipales, es
una directiva europea que prohíbe el uso de raticidas en cebo granulado. “Eso
ha reducido nuestros medios de lucha y hemos tenido que buscar otras soluciones
para detener el problema”, explicó a Le Figaro el jefe de los servicios de
salud medioambiental de parís, George Salines.
La lucha antiterrorista también ha tenido sus efectos
secundarios en el problema de las ratas.
Como medida de seguridad, las
papeleras públicas de París no son armaduras cerradas, sino que consisten en un
arco de metal que sostiene una bolsa de plástico transparente que cuelga al
aire, y que, si bien hace más difícil ocultar armas o artefactos explosivos,
también facilita enormemente las cosas a roedores y otros animales.
La afición de los parisinos a hacer pícnic en los parques en
cuanto asoma un rayo de sol, o la dejadez de algunos restauradores, que en vez
de meter la basura en los contenedores la dejan al lado en la calle, no hace
sino agravar el problema.
El plan de desratización, para el que la ciudad ha destinado
1,5 millones de euros, ha tenido lugar ya en varios puntos de toda la ciudad para
reducir significativamente un problema que, reconocía la institución municipal,
es imposible de erradicar por completo, y menos en una ciudad con tantas
cuevas, túneles, catacumbas y alcantarillas. También está en marcha en los
jardines de Campo de Marte que llevan hasta la Torre Eiffel.
Barcelona:
Un censo en Barcelona estima que hay una rata de cloaca por
cada siete personas, según los datos de la Agencia de Salud Pública.
Los técnicos de la agencia y de la empresa alicantina
Lokímica llevaron a cabo el recuento en 2017, en 63 tramos representativos de
la red de alcantarillado, con un total de 1.648 kilómetros.
En cada sección
colocaron 30 cepos y los revisaron a diario durante cuatro noches consecutivas.
Según sus cálculos, hay unas 107.000 ratas en los más de 1.000 kilómetros de
túneles visitables.
Extrapolando esta cifra a toda la red, salen 0,13 roedores
por cada barcelonés: unas 213.000 ratas de cloaca.
La densidad es mayor que en
Baltimore, con 0,08 ratas por persona, pero menor que en Nueva York, con 0,25
ratas por persona.
Se analizaron 212 ejemplares capturados en los túneles y se
detectaron en el 71% de ellos cepas de la bacteria Escherichia coli resistentes
a algunos antibióticos y la bacteria Listeria monocytogenes, responsable de
abortos espontáneos en mujeres embarazadas y de casos de meningitis en niños,
en el 59% de las ratas.
También bacterias Yersinia enterocolitica en el 18% de las
ratas; de Leptospira interrogans, en el 12%; de Salmonella enterica, en el 7%;
y de Campylobacter jejuni, en otro 7%.
El 17% de los ejemplares portaba Hymenolepis nana, un
parásito cuyos huevos pueden ser ingeridos por una persona y dar lugar a
gusanos de hasta cuatro centímetros en el intestino delgado. Otro 17% de las
ratas presentaba Calodium hepaticum, otra especie que parasita el hígado de los
seres humanos.
Las actuales ratas de alcantarilla, de la especie invasora
Rattus norvegicus, llegaron a España procedentes de China en el siglo XIX.
Ahora ocupan todo el territorio nacional.
Buenos Aires:
Un estudio científico sobre distribución de roedores en la
Ciudad de Buenos Aires, menciona que hay siete zonas de alto riesgo, que,
además de los barrios más humildes de la zona sur, incluyen las vías de trenes
que atraviesan la ciudad y bajo su fachada de lujo, Puerto Madero.
“Es imposible un recuento directo de la cantidad de ratas:
hay que recurrir a modelos matemáticos”, explicó Héctor Coto, quien presentó,
en la Academia Nacional de Medicina, los resultados de siete años de
investigación, desde la Maestría en Control de Plagas de la Universidad
Nacional de General San Martín.
Los modelos traducen en números índice la cantidad de
capturas: el máximo tolerable, según la Organización Mundial de la Salud, es
0,30: por encima, “las ratas pasan a convivir con las personas y crece el
riesgo de trasmisión de enfermedades”.
El equipo, de 38 personas, relevó la ciudad de Buenos Aires
mediante 173 estaciones de muestreo, utilizando las clásicas trampas y, como
cebo, grasa vacuna.
El 78 por ciento de las ratas porteñas son de la especie
Rattus norvegicus (rata parda) y el 22 por ciento Rattus rattus (negra).
La parda es callejera; la negra prefiere el interior de las
casas y depósitos de alimentos. Por eso las campañas de erradicación tienden a
bajar la proporción de Norvegicus.
En Río de Janeiro la proporción de pardas cayó al 40 por
ciento, por su programa de control de roedores, que insume 3 millones de
dólares al año.
“En Buenos Aires, desde la epidemia de peste de 1914 no hay
programas coordinados”, explicó Coto.
En la Costanera, se alimentan de los restaurantes y los
restos que dejan los pescadores.
En el Puerto (0,432), del sobrante de cereales
desparramado en el pavimento.
En la Boca/Barracas e incluye Pompeya y el sur de San Telmo,
el índice asciende a 0,412, y predomina la Rattus rattus, que aprovecha los
edificios abandonados y las construcciones de chapa y madera.
“Por eso el control debe partir de un diagnóstico:
desratizar la vía pública en La Boca no serviría de mucho”, comentó Coto.
En Boedo/Almagro (0,250) como en Centro/Once (0,264), el
índice se acerca al límite. Barrio Norte no llega a 0,200 pero “predomina la
Rattus rattus, mucho más visible en los domicilios”.
En Recoleta y Núñez, 0,15. El índice más bajo se registró en
Villa Devoto: 0,003: “Los índices menores corresponden a barrios de buen nivel
con casas bajas”.
Por motivos fáciles de adivinar, las autoridades del Mercado
Concentrador de Carnes no permitieron el acceso a los investigadores, pero
“todos los frigoríficos admiten reservadamente que hay ratas”, reveló Coto.
La traza de los ferrocarriles llega a 0,368, por “el mal
mantenimiento de las empresas ferroviarias y el hábito de tirar basura”.
Y, en Puerto Madero, “más allá de su fachada, las ratas
(índice 0,343) se refugian junto al río y se nutren de los restaurantes. Antes
estaban en niveles bajos, porque no tenían mucho de que alimentarse”.
Pero lo peor debe soportarlo Villa Soldati, con un índice de
0,462, que afecta en especial a los 80.000 habitantes de las villas miseria.