Costo del Virus ZIKA en América Latina


Las epidemias de enfermedades tales como la fiebre amarilla, el ébola o la gripe pueden aumentar la desigualdad social y de salud y, en consecuencia, socavar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y su visión de “no dejar a nadie atrás”.

En este sentido, el virus del Zika, que se transmite principalmente por la picadura del mosquito Aedes aegypti, constituye una de estas amenazas.


A pesar de que el Zika ya no se considera una emergencia de salud pública de interés internacional, sigue representando una crisis de salud pública que afecta con mayor dureza a las comunidades más pobres y vulnerables.

El presente informe, Evaluación del impacto socioeconómico del virus del Zika en América Latina y el Caribe, es un análisis actualizado de las implicaciones sociales y económicas del virus del Zika.

Dentro de la incertidumbre considerable que rodea a la epidemiología actual y proyectada de la enfermedad, en este informe se utilizan tres escenarios para determinar el impacto potencial del virus en la región en función de diversos índices de transmisión.

Los tres escenarios son:
1) escenario de Zika basal (tasa de infección actual);
2) escenario de Zika medio (20% de la población infectada); y
3) escenario de Zika alto (73% de la población infectada).

El escenario de Zika alto, que refleja una perspectiva aparentemente radical, es aplicable sobre todo a los países del Caribe por su pequeño tamaño, aislamiento y terreno relativamente llano (lo cual facilita una propagación más rápida y extensa).

Se trata de condiciones similares a las de la Polinesia Francesa, donde la prevalencia del Zika alcanzó el 73%.

Salvo que se especifique lo contrario, los cálculos presentados en este resumen ejecutivo proceden del escenario de Zika medio, que establece una proyección de 60 millones de individuos infectados entre 2015 y 2017.

En primer lugar, la actual epidemia por el virus del Zika tendrá repercusiones a largo plazo con costos directos e indirectos para los países afectados.

A corto plazo, el costo de la actual epidemia se estima entre 7.000 y 18.000 millones de dólares en tres años (en los tres escenarios), o bien en un costo medio aproximado de 1.000 millones de dólares por cada incremento del 5% en la tasa de infección.

El mayor costo a largo plazo son los gastos directos e indirectos asociados a la microcefalia y al síndrome de Guillain-Barré. 

El cálculo del costo total en la región durante la vida de los pacientes se aproxima a los 8.000 millones de dólares para los casos de microcefalia y a los 3.000 millones para los casos de síndrome de Guillain-Barré.

De estos costos totales, la parte más sustancial la representa la pérdida de ingresos de las personas con microcefalia, que quizá no puedan incorporarse al mercado laboral.

En segundo lugar, la epidemia del Zika plantea un verdadero reto de equidad.

Su impacto es desproporcional en los países más pobres de la región, así como en los grupos más desfavorecidos y vulnerables, sobre todo en las mujeres pobres de comunidades periurbanas.

Si bien se prevé que las economías más grandes como, por ejemplo, Brasil asumirán la mayor parte del costo absoluto, las mayores repercusiones se percibirán en los países más pobres, que pueden perder cada año más del 1 % del PIB (en el escenario de Zika alto).

La rápida urbanización de la región, acompañada de malas condiciones sanitarias y de infraestructuras deficientes en algunas zonas, ofrecen condiciones favorables para que el mosquito Aedes aegypti se multiplique y que, por lo tanto, aumente el riesgo de transmisión del virus del Zika. 

La evaluación destaca que, al día de hoy, las comunidades y los hogares más pobres ya sufren de un acceso desigual a los servicios de salud, al agua potable y a unas buenas condiciones sanitarias y, además, su participación en el mercado laboral es inferior. 

Por todo ello, son más vulnerables a los impactos del Zika. Sin lugar a dudas, esta enfermedad influye de forma negativa sobre el progreso en el cumplimiento de algunos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), entre los que se encuentran el ODS 1 sobre la pobreza; el ODS 3 sobre la salud y el bienestar, y el ODS 5 sobre la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer.

En tercer lugar, es preciso reforzar la preparación de las diferentes áreas regionales y nacionales y sus estrategias de respuesta, que deben involucrar a las comunidades.

La evaluación presenta los esfuerzos coordinados de los tres países objeto de estudio en el control de la propagación del Zika. 

No obstante, la persistente disparidad social y la desigual cobertura de servicios de salud han dificultado que las respuestas nacionales lleguen a los grupos más vulnerables. A todo ello se le suma la escala y la incertidumbre e imprevisibilidad inherentes a la
epidemia del Zika. 

Las respuestas nacionales han tenido que hacer frente a diversos desafíos, incluida la modesta capacidad de los sistemas de vigilancia y diagnóstico, la atención limitada a los
esfuerzos de prevención y las dificultades en la asignación y coordinación de los recursos. 

Además, las respuestas nacionales no han sido uniformes en la región, tal y como demuestran los resultados variables y los distintos retos experimentados en los países objeto de estudio.

Se proponen seis recomendaciones:

En primer lugar, dado que es probable que el Zika se torne endémico, deben establecerse planes presupuestarios adecuados.

En vista del costo previsto, los países de América Latina y el Caribe deben definir planes de
contingencia en el presupuesto que permitan respuestas amplias y contundentes. 

Estos planes deben considerar el papel que desempeñarán los gobiernos nacionales, los donantes internacionales, los mecanismos regionales y los bancos multilaterales como, por ejemplo, el Banco Interamericano de Desarrollo.

En segundo lugar, deben integrarse los esfuerzos dirigidos a los diversos virus transmitidos por mosquito y adaptar cada enfoque en función de los efectos específicos de cada enfermedad.

El dengue, el chikungunya, la fiebre amarilla y el Zika son transmitidos por la misma especie de mosquito.

Dado el enorme costo combinado de estas enfermedades, sería rentable para los gobiernos invertir en estrategias a largo plazo que combatan el mosquito en lugar de los virus que propaga.

En la actualidad, se están realizando diferentes actividades en la región para integrar la detección, la prevención y la vigilancia de varios virus transmitidos por mosquitos y los distintos gobiernos deberían aplicar un enfoque integral similar a sus estrategias nacionales.

En tercer lugar, la equidad debe ser primordial en todas las estrategias del Zika y se deben proporcionar mecanismos de protección social adecuados para todas las personas afectadas.

Se calcula que los costos indirectos serán sustanciales. 

Por ejemplo, los ingresos perdidos debido a las nuevas obligaciones de cuidado de la población infantil representan pérdidas potenciales que oscilan entre 500 y 5.000 millones de dólares para la región en el escenario de Zika alto.

En Brasil, el programa de protección social Bolsa Familia proporciona un subsidio adicional a las familias con niños que sufren microcefalia. Sin embargo, según la evaluación, los costos indirectos de la microcefalia en Brasil serán seis veces más de lo provisto por los subsidios del gobierno. 

Por consiguiente, los sistemas de protección social deben ofrecer subsidios económicos
proporcionales a los costos reales del cuidado de los niños, así como medios de subsistencia a las madres en riesgo de abandonar el mercado laboral de forma permanente.

En cuarto lugar, es necesario promover políticas públicas que favorezcan la igualdad de género y promuevan la salud y los derechos sexuales y reproductivos de las comunidades afectadas.

La incorporación de los derechos humanos de las mujeres y niñas, incluidos sus derechos sexuales y reproductivos, es esencial para que cualquier respuesta frente al Zika sea efectiva.

Asimismo, todas las mujeres potencialmente afectadas deben tener acceso a información clara y actualizada sobre el Zika y a servicios de planificación familiar y diagnóstico prenatal.

En quinto lugar, debe desarrollarse un enfoque multisectorial de las enfermedades transmitidas por mosquitos a nivel nacional y regional.

Los factores que provocan la vulnerabilidad a las enfermedades transmitidas por mosquitos son normalmente cuestiones que van más allá del ámbito de la salud (p. ej. la vivienda, la desigualdad de género, la planificación y recursos urbanos, o el nivel socioeconómico).

Estos son algunos de los factores que influyen sobre la vulnerabilidad a la infección. Por ejemplo, un enfoque multisectorial para la gestión integrada del vector requeriría la intensificación de  acciones nacionales con alianzas que avancen hacia un objetivo común y utilicen estrategias, recursos y procedimientos consensuados.

Finalmente, es necesario involucrar a las comunidades en la lucha contra el Zika.

Las comunidades pueden estar implicadas en diversos aspectos de la prevención, desde la difusión de mensajes de salud pública hasta el monitoreo y los esfuerzos de control del vector a nivel comunitario.

Las comunidades deberían estar involucradas en la respuesta y el apoyo a las familias afectadas. 

El éxito requiere un cambio de actitud, la participación activa de la comunidad y la implicación de todas las partes, incluidas las organizaciones de mujeres y religiosas.



Fuente: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
               Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR).